Soledades

Soledades

La semblanza trémula del rosicler
y su antifaz de mosca soñolienta,
ha causado la paciencia de los papeles,
el deshielo del ártico y el cansancio del lápiz,
en noches como ésta de puertas quiméricas
ha desecho tus ojos, tus labios,
ha usurpado la duda de las vorágines y los sueños,
ha dejado en claro tu ausencia.

Miraba los viajes del Halley entre los mapas del cielo,
pero mi agilidad por escribir tus injurias
era mayor,
deshaciendo mis uñas rascaba la alfombra,
y el demonio frenético me miró,
ocultaba su luz en tu retrato,
y sus átomos plateados tiroteaban mi solio
y mi balanza.

Describir unas manos,
es la odisea de la vida,
mas cuando se llenan de tiempo,
y ultrajan la razón del entendimiento con la belleza,
y frenéticas buscan los tendones podridos
que armen el rompecabezas del ocaso.
Es tan difícil amor mío!,
el derredor de un vientre perfumado,
mas que escribirlo tocarlo,
soñarlo cuesta insomnios y ajetreo de carne,
pues el vértice del pensamiento
es el epicentro del masoquismo y el dolor.

Las palabras no son suficientes,
ya que derraman tiranía,
La belleza se inventa titánica,
mientras nos creemos derrotados.

Y así me baso en claros solares,
para sucumbir de nuevo a ti,
y besarte bajo el humo del silencio,
decirte mentiras que te hagan canción,
aunque la muerte esté pegada en tus zapatos.

No puedo inferir el declive de mi sangre,
mientras juego a renacerte entre grafito
y defiendo tu espacio entre sudor y parafina…
Aún bajo la interrogación de mi mismo,
busco la solución a tu memorama,
gasto mis horas por un par de oraciones copulativas,
que tiendan la morfina del sueño
y las urbes,
y sus tribus vacilen en revolución con tu nombre.

Siento un vaivén de ansias,
la limpieza del agua y los quetzales
perdidos en su propia naturaleza
me recuerdan los siglos de poetas,
siglos de poesía buena para nada,
siglos que demandan la inquietud de una cama,
y plasma lóbregos suspiros entre la prosa difunta de tu voz.

Pienso en la lejanía del mar,
y en las montañas en erección,
pienso que van más allá de todas las formas posibles,
pero entre los regazos de mis pretextos
viajas descomunal, convertida en planetas, soles y galaxias.
A menudo te confundo con la aurora y escribo cuentos de estrellas
A veces paseo por la pradera
y veo conejos saltarines
que acaban por convertirte
siempre en mi luna.

Ahora no es que devore tu cuello,
no es que pretenda el vampirismo
con el soporte del hambre,
es la esencia y el helado ademán que impacienta mis dedos,
es tu figura que amortigua esta soledad
aunque claramente me vea entre las velas escribiendo.

Quiero dejar la pluma,
que el tintero se convirtiese en vino,
y sorber tus pensamientos antes que se vuelvan palabras,
quiero olvidar tu inmortalidad,
y en el extremo caer
ante el aborigen humano que yace guardado en el espejo,
guardar la cera y los encajes,
depositar tu mirada encantadora
seducida por los arlequines de mis cuentos,
la danza de cuervos encaramada en tus sueños,
en las letanías eclesiásticas que tanto odiamos,
pero que más podemos hacer amor mío?,
que no podemos inventar la locura
pues nos tachan de irreverencia
que ternura puede nacer en el vacío del espejo?

De qué almas está hecho el Valentín?
qué dolor nos conduce al amor?,
qué maneras convexas de las nuestras
cambiarán el esquema del hielo y el adoquín?

Créditos

(El silencio, si
la luna… si
la vela agonizante, si
yo, si
el sueño y tu imagen, si
pero tu, mi amor odiado… no.)

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