Algunas mujeres son como el café

Algunas mujeres son como el café:

El de la prístina nota, yo
ufano de terror que implora a las aves brutas,
las que ofuscan con su vals translúcido al sol imperioso
y bañan con tu piel mi azul funesto;
y tú, luna de barro que se mece cuan velero estrellado
surcando en espiral mis sueños y los mares alados
esparces tu polvo hechizante en mi lago de poliéster
y sin más te vas, escurriéndote como fantasma entre la espesa ausencia

Discurriendo el recuerdo,
en mis sábanas tu aroma fecunda miles de muertos,
uno tras otro,
huyen cuan marcha fúnebre tras tu carruaje,
resucitando soledades

No es tan fatuo la necedad del necio,
pues aún el necio, dependiente del terror que esgrime
tomaría tus piernas de mi necedad y cólera,
y haría de tus pies tierra de ataúd;
como sombra y recuerdo,
como semen y silencio

Y es pues, mi mano
quien sabia poeta de la metamorfosis,
inunda con néctar de concupiscencia
todas las noches mi vientre y mis dedos
y aprieta las sombras espesas como los hijos de los lobos
esparcidos en las coladeras
y los deja en la cama, desamparados al filo del delirio
como el fortuito anagrama de tus senos, de tus caderas y tu espalda,
como bastardos de la luna de barro....

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