Negligencias

Estaba cautivado con la trascendental figura apartada de mi lecho, esa mujer tan cerca de aquella lejana ventana, proveniente de los oscuros mares de debajo de mi cama, amenazaba con temible belleza mis sueños e infortunios.

Pero pronto supe que aquella concupiscencia terrible, me ahogaba como deseo siempre eterno.
Magnífico como aquel cuerpo desnudo que mi mirar danzaba, lucía su implacable rostro, ante un amanecer lunar que se confundía en sus estrellas con unos grandes y perfectos ojos rojos.

Bañada con luna y cometas, aquella mujer deambulaba en mi habitación, de un lado a otro, tan sólo mirando cada minuto el reloj como cenicienta perdida. Yo la obserbaba con cautela, pues no queria toparme con aquella mirada encantadora proveniente del sopor de debajo de mi cama.

Era una pesadilla verla ahí, sin nada mas que hacer que lucir su perfecta desnudez ante mi voracidad tremenda. Ella sabía del insomnio que me producía aquel festival de morbo, pero aún mas, esa danza proveniente de si misma, en la que hacía bailar sus pechos conjugados con sus finos cabellos y sus hombros hermosos.

Era de pronto, un arlequín persuadido al frenesí, con la mirada postrada en ella, quemando con respiros agitados y con sonrisas prestadas aquella insaciable figura angelical, o talvez demoniaca.

Todo tendría que terminar, en un año, en un día, o e un segundo, o en un momento, pero no ocurría. La agonía de verla a cada segundo aumentado a largas horas por el reloj se hacia notable, ya respiraba por ella, ya miraba mi cuerpo tendido con los ojos fijos en aquel magnánimo cuerpo.

Parecía un muerto voraz dominado por los estruendos de un castigo inminente, pero que mas podía remediar?, que mas podía gritar?
Sólo esperar, esperar un amanecer tardío. Salir de esa grave pesadilla.

Algo me entumeció la mente, y el terror apareció depronto en mi sala cuando la noche eterna parecía ceder a un alba inebitable, y la mujer se sujetaba a mis sábanas, escalaba por mis pantorrillas con sus dulces y tiernas manos ,hasta mi estómago, y luego hasta mi cuello, y desaparecer por debajo de mi almohada...
Era de mañana. El sol entraba por la ventana por la que habia llegado aquella terrible mujer, y ahora tanteaba un sonido de pájaros cantando; pero no podía olvidar aquella noche....

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