En la hojarasca reposa la gota de agua,
blandiéndose estrepitosa y consumida por si misma.
En la hojarasca reposa la hormiga
amiga de la masacre mía
y el viento la lleva bajo arcanos vaivenes
como del pan de los pobres perdida miga.
Yo mismo la llamé hormiga,
mi pequeña hormiga roja,
sus ojos parvos e insípidos
me sabían diminutos,
me sabían a lejanía
a café de aroma boreal
a adusta brisa…
Sus infantiles patas,
amenazadoras a hincadillas
se aferraban a la hoja a rastras
y viajaba desgranada…
a los campos secos y ralos
sumergida en arcilla y toda especie de lodos,
mansa mi pequeña obstinada
en una torva del agua, girando, mirando perdida,
follaje y ramas veía…
mi sórdida cándida llamaba,
no conocí su voz ó su aliento
muda la creía
y en su roja cristalería empañada por mis yemas
guardase mi fusil con apretados ademanes
y encarnado en sus sienes mi nombre y un eco de guerra
la perdía entre arbustos de vociferantes anónimos
y pozos con animas de tierra…
Y yo…
con mi alma de luciérnaga
encendiese mi vientre y la luz tenue guiase tu hoja
aunque seca y roída y de venas tapadas
desmoronase entre tus patas
y cayeras al riachuelo…
En la modorra pequeña hormiga
y en el recuerdo de tus patas sangrantes
te posaré entre mis sudadas manos
y en un refugio de arterias coaguladas
secaré tus mejillas empapadas…
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