De Albas y Ocasos

Poesía en pos de muerte nocturna:
Del albas y ocasos y procesión de un corazón perforado por ella

I Procesión de sol

Oh! sutilidad eterna
que tus brazos sean cuchillas
y amasen purulenta carne,
bajo tu espesa aurora
de espermas y ases

Oh! sutilidad
Oh! eternidad infinita
Oh! brillo diáfano de los áticos celestes
cuan empecinado posóse el cuervo
su ala en tu mano

Oh! rostro
¿A qué te han condenado?

Que fatuo reflejo flota
sobre los lagos y cañaverales,
que risueña muerte
en la hondonada
se tambalea y muere ahogada

Dime oh! rey tempestuoso
¿a dónde has llevado el rostro de los abismos?
qué máscara brillase ya
más acá donde terminan los abismos

Oh! rey tirano
tuyo es el invierno
apresado en tu débil brazo;
tuyo es el desierto:
Edén de los solitarios.
Tuyo es el asfalto
hijo de los hombres y las ánimas.
Entonces,
¿porqué has dejado de alumbrarnos?

Oh! si yo fuera presa tuya
encadenado en la penumbra,
purulencia carnívora de los miasmas
de mi cuerpo, tu fiera espuma;
que condena pagaría
ahogado en la pena de sus labios.

Dime si tu ocaso
es más ocaso que el de la luna,
pues su brillo es tu brillo
y tu brillo inmacula.
Brillantes, espesa de dorados cabellos
se agitan dementes
mientras envainada tu espada
y tu corcel destella:
Asurado como el mar
que a ti pertenece
pero no ama tu ocaso;
gélido como el hielo
que perturba tu brazo…
pero no lo enturbia

Solo el mar, oh! luz
es más ajeno que tu brillo
solo, eclipsa en el infinito,
cuando el abismo
es la cantera y luego montaña
y solo así no es más ocaso el tuyo,
pues la luna, falsa reina
de los falsos poetas
hace hijo de liebre
nocturna húmeda,
cataclismo y sortilegio
de su faz tenue…

II Procesión de luna

Oh! mortaja plateada,
se virtud oscura
para que mi orgullo
sea mi virtud alumbrada

Oh! luz plutónica
faz única de reminiscencia
¿tendré que ser lobo
para acuñar tu brillo
entre mi aciaga comedia?

¿Tendré que ser listón
en tus cabellos canos
para ser virtud
de tu alumbramiento llano?

¿Y ser azul o ser negro
o ser plateado?
¿o debo ser sangre
en virtud de tu guadaña?
¿Debo ser del color de tu ocaso
para no confundirte
cuando poses en mi tus ojos flacos?

Debieras ser ciega y no hallarme
miope dentro de tu vientre
y tu sanguinario frío

De quien fueses Diosa
no conoció la espina
y tu frente acandilado cielo;
¿cómo es posible, Diosa
que tu vientre derrame bilis de feto
cuando la sangre
no deambula entre el viento?

¿Debo ser yo del color de la sangre?

Pero de tus hijos
nidos carroñeros
su virtud empalaga,
tu casa así lo dispone:
sacrificio a tu sed y belleza,
sangre a la tierra
y grito a tu prensa

¿Qué esperas de mi, cartón celeste?
¿No te son suficientes los mares sordos?
y así deseas mis aguas saladas

Quien quisiera turbia luz
si son ciénagas de fétida hoz,
y legañas de luciérnagas
profesan oscura similitud

Dime qué eres:
Luz cegadora o completa penumbra
Oh! reina
¿Quién te ha dejado tan sola
y preñada?
Allá en lo alto de las montañas
cuanto peón baila a tu aurora,
que negra sotana acaricia tus senos
sin guantes y con manos frías…

Oh noche!
¿es tu hija, amiga,
hermana maldita?

Deléitame y déjame en paz
misógina Diosa solitaria
y ve a tu lecho real
pues no eres ya más luz plateada;
abajo está el sol
tirano, fatuo, sutil y tempestuoso,
pero tal vez mañana
seas eterna luz dorada!!!


III Procesión de ella

Salto de estrellas,
salto!
el polvo se eleva
en mítico unicornio
hasta las estepas

Y los castillos de mármol
mienten con delicadeza!
mienten,
donde muerte y amada
perece entre la maleza…

Insondable presa,
este sol, esta luna…
enrejados polares
de procesión láctea;
ataúd metálico de los brillos
del blanco y el negro
canto eterno entre tus pechos,
del réquiem, yo el grillo…

Ay de mi! laúd de colores
ay de mi! ataúd de tus olores…
que baile la luna
que baile el sol
al filo de tu castillo…
aquí está la sombra de la caoba
bajo el tambor de este necio grillo!!!

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