Secretos de lluvias

Ven a mí, luz inocua!
arrebatada, alma seca y pérfida
seductora de mis entrañas;
oh noche! vacía y sin nada,
el canto de tu rostro decanta el sudor de mis sienes,
y el rocío se asoma entre la sonrisa de tu frente…

Ah mujer! un extraño ruido me ronda en la mañana,
flota en mi café,
se aparece de tarde en el moho de un migajón
y por la noche es lluvia que retumba…

La sal de tu cuerpo abriga el ansia de los perros que rondan
esta casa de porteros fantasmas;
y llana esa mirada tuya enmarcada en bufonería
que se mira así misma entre el vaho curtida,
ensimismada en su resquebrajado compuesto atómico
y que empuña y viola está apresurada poesía

Pero, ay! de todos los que esgrimen en sus labios un prefijo
con notas de golpeteo ventanal,
pues son los que perecerán en tu nombre
girando en torno de los bosques,
y de sí el hálito robar y en el hastío empaparse
de la hiel que ha sido sublimada a través de los poros de esta tierra,
en dónde tu nombre se filtrará como el agua de mis pupilas
y cesará cuando esta lluvia se pierda otra vez
en languidez del otoño y el bendito olvido

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