La flor de asfalto
I
Baila en el brazo del viento
la ramera flor de asfalto
en su horizonte de concreto clava sus pétalos
erizando el ralo césped y el adoquín sembrado
El tallo florece a costa de los lamentos de un mendigo en las cercanías
que sobre las moronas de un pan está recostado
una niña de vestiduras presumidas mira al moribundo
y a la flor repta reclamando:
¡Eres mía!, pútrida flor de asfalto
pues tuyas son mis manos y su palestra
tuyo es mi corazón en lacrimosa aplastado
-tuya es mi luz y su candela-
y tuyo es el idólatra del moho a tu lado postrado
II
Retozante aquel hombre de transparente muerte
que ha zurcido el polvo a sus dedos
y que ha visto una manada de lobos a través del espejo…
austero observador de la embustera flor
que en dogal de infortunio le anuncia su siniestra suerte
Ha mirado el hombre
con extremidades mancas, sol y lluvia
degustado con la mordaza en la boca noche estrellada
y palpado ha el viejo
el silencio en sus encías engarrotadas
El cristal a pupila se transforma
iluminando la flor de encajes de espina
y ahora, hombre, falto de vagabundo y niña
guiñe en la modorra a la jauría de perros
en su flor encantadora
Muerto el pobre
la riqueza
el ordinario
la flor ha cavado en su tumba de concreto el epitafio:
Flor de asfalto en mi ajetreo crepuscular
flor de cara pálida
que se prostituye entre mis labios
flor translucida, fantasmal
oídos que rompen el eco de su radiografía lunar…
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