De Jazmín y los Causares


De Jazmín y sobre los causares

Describía en ti, cuando tu desnudez
engullía tu habitación de eucalipto,
el contraste de todos los Dioses,
la odiosa beldad que es tu inmaculada anatomía;
¡Ay! tanto aborrezco las madrugadas
cuando al despertar de un guiño relucía como viva fuente
tu cuerpo de oscuridad, adornado por flameadas esferas,
todas naranjas como las luces en la ciudad.

Dichosos los muertos
que sacudieron el escalofrío en tu espalda,
arañando su espina con mortales plumas;
y la mortaja de ébano y almizcle retocando
tu rostro para el beso eterno entre los cipreses,
dichosos todos, los que han rasguñado tu coraza
y han taladrado tus sienes.

¿Arrastrarías mi cuerpo plúmbeo en un costal de ceniza?
¿Cuánto humo serías capaz de guardar en el filoso ventilador
de mi garganta?
Quizás mi silencio sea un sonoro gorgoteo entre tus palmas,
mi alabanza, esta insana elegía a tu cuerpo descamado
que reposa en la lejanía de asures olas embalsamadas.

Describía en ti el bálsamo derretido,
la serenata de todos los muertos, sonata de arlequines
y malabaristas y tergiversadas armonías de trovadores plateados.
En tu vientre la algazara fantasma descrita por mi desgraciado esperma,
colmillo diurno que se cierra salvaje en el buche facial de la noche preñada.

Describía en ti la eucaristía de un conejo leproso,
la danza gatuna en los tejados,
la pulmonía gimiente de una luna sin costillas.
La zarabanda fúnebre, fruto descarozado entre tus piernas.

Supe y describía de un castillo sobre el lomo de un unicornio,
jugueteando entre Amaranta, una guitarra y el juglar amordazado
de Alejandría, supe y no quise describir tu pena cabría.

Describía la sombra blanca menguando en tu listón,
un redoble carmesí puliendo tu crin sombría.

Supe entonces de nuestra muerte dulce
e impía!!!

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