I
Ay de mi! luna solitaria
que te contemplo lejana
ay de ti! quien te digo
que escampe tu sonrisa de plata;
mira tú, quimera arrastrada, su tela
entre la maleza, mis membranas.
quisiera viesen tu osamenta, ay puta!
engalanada de ultramar
libando pudor con tus senos de magnífica,
mas ¿quién viera sangrar
bajo tu himen mi daga prolífica?
Pero te me apareces desnuda
cual cáñamo prensando mis amarres.
Faunos y cigarras entonándote, muda,
me descubren vitoreando en aquelarres.
Y erecto, flechando tu carne, ¡Ay puta!
escupo la muerte en níveos enjambres!
Radiografía, mis hijos muertos;
danzando las cloacas florecientes
sobre tus fieros desiertos,
y tu plata prensil masturbase mi vientre
en un monograma de helechos,
¡ay noche turbia! ¡Luna me encuentre!
Sí, piadosa luna me encuentre!
misógina, acosando mi sombra urdida
en las sábanas y su simiente;
enlamada en mi velamen, biliosa
flagela mi orgasmo de muerte!
Laúd de preña, psicofonía… mi semen!
Ay puta! que entre la noche
la cigarra contonea las flores,
dientes morteros se asoman huecos
y hundes tus seno en los paredones;
no me toques!, fría garra de los funestos,
las polillas bailan a mis alrededores…
Sobre tu espalda, amada
mis salivares contemplan tu danza,
anatema de tu silueta que escampa.
Que cielos andróginos
han venido a mutilar tu prostíbulo,
que necios tan malditos han usurpado tu estío!
si tu no has venido a ser puta!
dime: porque apareces desnuda
reflejando asesinato en mis delirios?
Laúd de preña, psicofonía… la muerte!
II
Ignoto carmesí viene pendiendo de los albores de la mañana,
acaso me sabe la muerte a cartílago engarrotado,
a costra purulenta entre mis piernas,
pero nada estiva el óxido fundido,
aún arden las cortinas de platería
y sus mejillas tiemblan, pavorosas del estío
Ah olvido!, dicen los enanos entre garras de las arpías:
flamígeras alas se derraman en la ventana,
y clavan milenarias lanzas
entre mis párpados carcomidos
por la noche y los abismos.
Ay! aléjenme de sus caravanas impías.
Ay olvido! me saben tus telarañas a mortaja plateada,
ya sea que tu artimaña se ha blandido
y mañana me haya ido,
o que no eres olvido, tan grávido viejo de la imperada
sino telar en tu siniestra revestido
en mi pupila lacerada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario