Mi pasión por el sueño se quebrantó cuando el sueño hizo por destrozarse como un espejo, y cortaron con determino la esperanza al repararlos con la mano desnuda y apretándola con recelo bajo mis dedos...
Amo al futbol, casi como un recuerdo y un añoro; el deseo es como una especie de recuerdo, sólo que no necesita rebobinarse para hallarse empolvado y viejo. Pero abriendo la cortina y mirando el horizonte, donde la esperanza se marchita bajo las brasas del anhelo, está meciéndose el anciano cuerpo del deseo, en el párpado insomne de un suspiro descamando costra por costra el futuro pasado.
Como todo niño, hay un baúl donde el juguete asesina la represión y cobra vida entre telarañas y óxido. Mi baúl es esférico, y adentro se asesina el olvido y la tristeza. Cada golpe a su plástica morfología estalla como una ovación de esos sin sombrero. El eco de su aplauso contra el cemento. Ese baúl redondo que se quiebra desde el radio y desprende un sueño que he aplastado con estruendo, estallando con el recuerdo, el deseo y un inexorable amor por sucumbir en él. Así es el futbol, ramero, sin acento y otras con acento, pero un amante, inocuo y perfecto...
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